"La pintura de Sandra Pani es sangre, que es música, que es viento soñado entre las ramas del árbol del cuerpo.
Porque se trata de ir más allá, de ver más allá, de encontrar poesía en el acto mismo de pintar.
Se trata, al final de cuentas, de llegar a aspirar el perfume de la Flor del Corazón. "
Por: Alberto Blanco
" Y es justamente en la superficie de las pinturas de Sandra Pani que la entrañas del cuerpo representado se convierten,de manera sorprendente, en árboles y en flores, gracias al poder transformador de la lógica poética. Como decía ella misma en una de las notas que preceden a las reproducciones de sus dibujos-entonces recientes -exhibidos en 1999 en el Museo de Arte Contemporáneo de Yucatán: "Crear el cuerpo y el árbol esencialmente con la misma sustancia, otra vez preguntarme de qué están hechos: materia transparente, ligera, etérea, abierta, cálida, tangible" ".
Por Alberto Blanco.
Cuando pinto, siento una gran necesidad de ir al interior de mí misma, de salirme de lo mundano hacia el mundo interno, para encontrar las profundidades de la identidad. Los huesos simbolizan la necesidad interna de llegar a la esencia y no dejarme distraer con la apariencia. Voy más allá de lo aparente para llegar a la esencia, al cuerpo, a mi cuerpo, al cuerpo de todos.
Entre más íntima y auténtica, más universal se vuelve la creación artística.
En la transformación del cuerpo en árbol, experimento la necesidad de regresar a la naturaleza, de volver al estado primigenio; la necesidad de re-ligare con el origen.
Sandra Pani.
"...logradas con un gesto más bien expresionista, con sombras rojas y trazos escarlatas y pinceladas amarillas y frecuentes altos contrastes en los claros y oscuros. En tantas curvas femeninas era posible entrever un especial cuidado de los vólumenes; el enfasis, sin embargo, recaía, casi invariablemente en los vientres, en la maquinaria maternal. Al mismo tiempo, majas o Gracias, las mujeres carecían de caras, pues en sentido estricto la preocupación de los cuadros era pictórica: color sobre superficie, ilusiones de formas, sensaciones de figuras".
Por Gonzalo Vélez.
El misterio de la transformación: Espíritu, huesos y ramas.
En mis cuadros -auténticas imágenes psicográficas, como les llama el poeta Alberto Blanco- empleo múltiples capas de pintura, veladuras, como vetas de nuestra conciencia, que -lejos de ir acumulando elementos- depuran, limpian y disuelven los elementos superfluos para llegar a los huesos y develar la esencia. Velo para develar. Así emana el campo de luz que envuelve a estas sólidas y a la vez delicadas formas.
Sandra Pani.
"El color, los tonos apastelados, en los que mezcla sentido cálido con cierta añoranza, y un dibujo tan sencillo como evocador siguen siendo elementos principales de su lenguaje. Como el aire selectivo con que escoge los motivos, por más que al final uno tenga la sensación de que ninguno sobra pero tampoco falta.
Una pintura hecha de pintura, pues a partir de una admirable economía de motivos figurativos, logra un deslumbrante abanico de imágenes, llenas de poesía. Cuerpos, trazos, residuos de una vida simple embalsamados por un halo gris de polvo viejo, endurecido. Un universo de sensaciones imprevistas que da vida a un mundo de arte único de extraña belleza".
Miguel Ángel Muñoz.
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Blanca González Rosas.
Entre más íntima y auténtica, más universal se vuelve la creación artística.
En la transformación del cuerpo en árbol, experimento la necesidad de regresar a la naturaleza, de volver al estado primigenio; la necesidad de re-ligare con el origen.
En mis cuadros -auténticas imágenes psicográficas, como les llama el poeta Alberto Blanco- empleo múltiples capas de pintura, veladuras, como vetas de nuestra conciencia, que -lejos de ir acumulando elementos- depuran, limpian y disuelven los elementos superfluos para llegar a los huesos y develar la esencia. Velo para develar. Así emana el campo de luz que envuelve a estas sólidas y a la vez delicadas formas.
Sandra Pani.
"La obra pictórica de Pani muestra una preocupación por la anatomía humana, cuestionando, en momentos, la función de la figura. Tal vez no importa en sus telas el volumen de los cuerpos, sino su utilización como soporte de la tela. Es decir, se manifiestan como una mezcla de pintura y dibujo de una manera monocroma, con principal importancia en líneas y luces en las partes del sexo y la cabeza. Lo primordial es que la artista no da una visión expresionista, ni pretende una herramienta estética definida, pero habrá que detenerse en los inevitables conceptos que nos dicen algo sobre los lienzos. Las imágenes son la vuelta y conclusiva aparición de la corporalidad poética, muy presente a lo largo de sus cuadros. Así, aparecen como una obsesión –suavizada por una búsqueda del vacío-, una disimulada conciencia del uso de los deseos corporales –instantáneos y perdurables-, y una acepción de ellos en más de un sentido. Pani entiende que en el aprendizaje está también el desaprendizaje. Aprendió que lo moderno no es novedad, sino que para entenderlo hay que regresar al comienzo del comienzo, como decía Octavio Paz".
Por Miguel Ángel Muñoz.
En los años de aprendizaje, las obras de Pani revelan una doble y simultanea atracción por la forma y por la figura. El cuerpo respira, encarnado en una voluntad oscura; a su vez la forma despliega grandes espacios poéticos inmóviles. Oscilación pictórica entre el mundo humano y el natural. El espacio es materia y viceversa. La pintura es austera y contradictoria. Juego sorprendente que une y desune la propia obra. Mutación pasajera, inexacta, temporal.
Sandra Pani ofrece distintas lecturas visuales; si el espectador quiere seguirlas, encontrará a una mujer que vive en congruencia con su pintura. Nos vemos sumergidos sin sabes por qué, en un estilo que no sabe de prestigio y menos de éxito comercial. Por el contrario, su trabajo quiere establecer una actitud crítica frente al arte figurativo del nuevo siglo, apoyada en renovados lenguajes plásticos.
La pintura se vuelve silencio. Cada espacio pictórico esta en constante movimiento, en continua recomposición. No digo esto como mera forma poética, sino como sorpresa visual.
Por Miguel Ángel Muñoz.
Esta serie de dibujos se inspiró en un sueño que tuve a principios de 2007. En el sueño tengo el mandato interno de buscar el cuadro "El descendimiento de la cruz" de van der Weyden. La creación de estos dibujos también se ve influenciada por mi experiencia de la obra "La pasión según San Mateo" de Bach, las reflexiones de Francis Bacon sobre la naturaleza universal y arquetípica de la crucifixión y el sufrimiento humano, así como las expresiones escultóricas profundamente femeninas y personales de Louise Bourgeois que expresan procesos de sufrimiento. Esta experiencia abrió mandatos internos, y posibilidades específicas con respecto a patrones de búsqueda, desmembramiento y transformación.
Sandra Pani
El desdoblamiento de esta serie de dibujos es un proceso en sí mismo. La serie la he dividido en cuatro secciones principales. La primera sección de cuatro imágenes se titula Crucifixión y sufrimiento. La quinta imagen es-en si misma-una sección titulada Desmembramiento. La tercera sección de dibujos, titulada Transformación, está constituida por siete imágenes. La sección de los cuatro últimos dibujos se titula Dualidad.
Sandra Pani
"Veo, igual que todos vemos, representaciones de brazos colgantes que proyectan sombras o pequeñas ramas o raíces; troncos cruzados de costillajes; follajes que se abren; anatomías arborícolas. Sin embargo, esa inquietud. De pronto deliro: creo perder el sentido o errarlo; es una posesión. En todo bosque indómito habitan númenes que trastocan el sentido de las cosas. igual que en esas pruebas psicométricas donde se muestran manchas y uno debe decir lo primero que se le ocurra, irrefrenables emociones afloran y no lo puedo evitar. De pronto en estos cuadros veo por todos lados genitalia femenina: grietas, rajas, hendiduras verticales, veo en los follajes florestas del monte de Venus, en las flores abiertas flores. El espíritu del bosque me tiene obnubilado, lo sé; estoy consciente de que solo se trata de rasgos de sombras contra mi mente en blanco. Podría seguirme hablando de las flores, que solo son flores rojas o de los tallos que son eso, y no contornos de flores y de las piernas que les dan forma, pero desde uno de los módulos del políptico una palma extendida hacía mi me sugiere que me detenga".
Por Gonzalo Vélez.
El desmembramiento y la transformación a través del sufrimiento encarnado, ha sido una constante en mi trabajo. En esta serie de dibujos, se enfatizan las energías del desmembramiento creativo, regenerador y el nacimiento a una nueva vida. Esto reverbera con el mito ancestral del desmembramiento / re-membramiento de Coyolxauhqui que conllevó la creación de las fases de la luna.
Sandra Pani.
En los siete dibujos de la tercera sección, titulada Transformación, las imágenes emergen como cuerpos que se transforman en árbol. Las referencias tanto a cuerpo como a árbol son veladas. Estas expresan un misterioso fenómeno que desde hace mucho tiempo me ha interesado, tanto a nivel psíquico como formal: el hecho de que los seres vivos compartimos un diseño universal con variantes, adaptaciones y permutaciones, como por ejemplo, la ligereza numinosa de la capilaridad de una hoja y las venas de una mano o la verticalidad de la columna vertebral de un ser humano y el tronco de un árbol. La esencia universal, la fuente divina, así, se hace visible.
Sandra Pani
Veslio, Gray, Testut, Farabeuf, autores cuyos libros ilustrados me dijeron, desde mi más temprana juventud, cómo era yo, en dónde estaba la migraña, cómo amputar una mano.
Pero después de que puse en un libro todo lo que se me ocurrió acerca de eso, se me fue olvidando y hasta ahora revive en mi memoria, concretamente visible, real, transfigurado por un arte espléndido en los dibujos de Sandra Pani, una artista cuya alma tiene por ahora la obsesión del cuerpo como complejo o síntesis de partes o de figuras que conforman una poética pictórica, es decir mental; son, por así decirlo, invenciones, variaciones o fantasía anatómicas. No ilustran ningún tratado o atlas de anatomía descriptiva o de patología anatómica; su pretensión es, más bien la del Museo, más cerca de la scorticatta de la Specola de Florencia que de ese terrible gabinete en Londres donde se guarda el esqueleto de Mr. Merrick, el Hombre Elefante. Esta pintura aspira a captar la esencia del cuerpo humano que no puede ser más que formal; el deseo de que el cuerpo sea alma y de que el alma sea visible mediante un signo: estos dibujos.
Por Salvador Elizondo.
La pintura de Sandra Pani se origina a partir de una experiencia interior. Desde sus inicios, el cuerpo y sus partes en un diálogo íntimo con la naturaleza han sido el leitmotif de una obra que se caracteriza por un gran aliento poético y estético. En sus obras, Pani reconoce, como en un espejo, las huellas más profundas de su yo intangible y las traduce plásticamente en el lienzo o papel en un lenguaje sutil, delicado, de una exquisitez extrema. La singularidad de estas obras reside en la tensión entre lo que se ve y lo que se esconde, lo que surge imperceptiblemente entre los diferentes planos superpuestos que se suceden, unos a otros, con cierta timidez. O quizás convenga decir: con cierta discreción. En todo caso, con armonía y ritmo melódico.
Por Germaine Gómez Haro.
En mi trabajo artístico, un mandato interno me impulsa a establecer un proceso ceremonial y ritual. Literalmente uso mi propio cuerpo. Trabajo con el papel en el piso, camino alrededor y me acuesto sobre él para dejar una huella. Entrar en contacto con el papel, se convierte en toda una reflexión acerca de la experiencia de habitar un cuerpo. El pulso del ritual es muy lento. Cada marca tiene que encontrar su lugar. Las imágenes van tomando forma a través de un proceso de ir dibujando y borrando. Por medio de esta interacción entre opuestos, se expresa el misterio de la corporalidad, en continua lucha entre presencia y ausencia. Aún más profundo que la presencia de la forma encarnada es aquella de la esencia divina misma.
Sandra Pani.
En los siete dibujos de la tercera sección, titulada Transformación, las imágenes emergen como cuerpos que se transforman en árbol. Las referencias tanto a cuerpo como a árbol son veladas. Estas expresan un misterioso fenómeno que desde hace mucho tiempo me ha interesado, tanto a nivel psíquico como formal: el hecho de que los seres vivos compartimos un diseño universal con variantes, adaptaciones y permutaciones, como por ejemplo, la ligereza numinosa de la capilaridad de una hoja y las venas de una mano o la verticalidad de la columna vertebral de un ser humano y el tronco de un árbol. La esencia universal, la fuente divina, así, se hace visible.
Sandra Pani.
En la parte final de esta serie, titulada Dualidad, comienzan a aparecer imágenes de opuestos separados y, a la vez, en relación: figuras diferenciadas en dos, figuras femenino - masculino en equilibrio, figuras relacionadas entre sí. Un orden nuevo va cobrando existencia, se va consolidando una nueva identidad.
El espectro más amplio de la serie en su conjunto expresa un camino que atraviesa por el sufrimiento, la fragmentación, el retorno a la naturaleza, el volverse a conectar con los orígenes, con las raíces y la subsiguiente transformación de una identidad, una re-integración al mundo.
Tanto el proceso como el tamaño de las piezas tienen un gran significado. Trabajo simultáneamente con la imagen de un tótem o deidad protectora y la imagen de un cuerpo-árbol.
Sandra Pani.
En la parte final de esta serie, titulada Dualidad, comienzan a aparecer imágenes de opuestos separados y, a la vez, en relación: figuras diferenciadas en dos, figuras femenino - masculino en equilibrio, figuras relacionadas entre sí. Un orden nuevo va cobrando existencia, se va consolidando una nueva identidad.
El espectro más amplio de la serie en su conjunto expresa un camino que atraviesa por el sufrimiento, la fragmentación, el retorno a la naturaleza, el volverse a conectar con los orígenes, con las raíces y la subsiguiente transformación de una identidad, una re-integración al mundo.
Tanto el proceso como el tamaño de las piezas tienen un gran significado. Trabajo simultáneamente con la imagen de un tótem o deidad protectora y la imagen de un cuerpo-árbol.
Sandra Pani.
Veslio, Gray, Testut, Farabeuf, autores cuyos libros ilustrados me dijeron, desde mi más temprana juventud, cómo era yo, en dónde estaba la migraña, cómo amputar una mano.
Pero después de que puse en un libro todo lo que se me ocurrió acerca de eso, se me fue olvidando y hasta ahora revive en mi memoria, concretamente visible, real, transfigurado por un arte espléndido en los dibujos de Sandra Pani, una artista cuya alma tiene por ahora la obsesión del cuerpo como complejo o síntesis de partes o de figuras que conforman una poética pictórica, es decir mental; son, por así decirlo, invenciones, variaciones o fantasía anatómicas. No ilustran ningún tratado o atlas de anatomía descriptiva o de patología anatómica; su pretensión es, más bien la del Museo, más cerca de la scorticatta de la Specola de Florencia que de ese terrible gabinete en Londres donde se guarda el esqueleto de Mr. Merrick, el Hombre Elefante. Esta pintura aspira a captar la esencia del cuerpo humano que no puede ser más que formal; el deseo de que el cuerpo sea alma y de que el alma sea visible mediante un signo: estos dibujos.
Por Salvador Elizondo
Veslio, Gray, Testut, Farabeuf, autores cuyos libros ilustrados me dijeron, desde mi más temprana juventud, cómo era yo, en dónde estaba la migraña, cómo amputar una mano.
Pero después de que puse en un libro todo lo que se me ocurrió acerca de eso, se me fue olvidando y hasta ahora revive en mi memoria, concretamente visible, real, transfigurado por un arte espléndido en los dibujos de Sandra Pani, una artista cuya alma tiene por ahora la obsesión del cuerpo como complejo o síntesis de partes o de figuras que conforman una poética pictórica, es decir mental; son, por así decirlo, invenciones, variaciones o fantasía anatómicas. No ilustran ningún tratado o atlas de anatomía descriptiva o de patología anatómica; su pretensión es, más bien la del Museo, más cerca de la scorticatta de la Specola de Florencia que de ese terrible gabinete en Londres donde se guarda el esqueleto de Mr. Merrick, el Hombre Elefante. Esta pintura aspira a captar la esencia del cuerpo humano que no puede ser más que formal; el deseo de que el cuerpo sea alma y de que el alma sea visible mediante un signo: estos dibujos.
Por Salvador Elizondo
Veslio, Gray, Testut, Farabeuf, autores cuyos libros ilustrados me dijeron, desde mi más temprana juventud, cómo era yo, en dónde estaba la migraña, cómo amputar una mano.
Pero después de que puse en un libro todo lo que se me ocurrió acerca de eso, se me fue olvidando y hasta ahora revive en mi memoria, concretamente visible, real, transfigurado por un arte espléndido en los dibujos de Sandra Pani, una artista cuya alma tiene por ahora la obsesión del cuerpo como complejo o síntesis de partes o de figuras que conforman una poética pictórica, es decir mental; son, por así decirlo, invenciones, variaciones o fantasía anatómicas. No ilustran ningún tratado o atlas de anatomía descriptiva o de patología anatómica; su pretensión es, más bien la del Museo, más cerca de la scorticatta de la Specola de Florencia que de ese terrible gabinete en Londres donde se guarda el esqueleto de Mr. Merrick, el Hombre Elefante. Esta pintura aspira a captar la esencia del cuerpo humano que no puede ser más que formal; el deseo de que el cuerpo sea alma y de que el alma sea visible mediante un signo: estos dibujos.
Por Salvador Elizondo
Veslio, Gray, Testut, Farabeuf, autores cuyos libros ilustrados me dijeron, desde mi más temprana juventud, cómo era yo, en dónde estaba la migraña, cómo amputar una mano.
Pero después de que puse en un libro todo lo que se me ocurrió acerca de eso, se me fue olvidando y hasta ahora revive en mi memoria, concretamente visible, real, transfigurado por un arte espléndido en los dibujos de Sandra Pani, una artista cuya alma tiene por ahora la obsesión del cuerpo como complejo o síntesis de partes o de figuras que conforman una poética pictórica, es decir mental; son, por así decirlo, invenciones, variaciones o fantasía anatómicas. No ilustran ningún tratado o atlas de anatomía descriptiva o de patología anatómica; su pretensión es, más bien la del Museo, más cerca de la scorticatta de la Specola de Florencia que de ese terrible gabinete en Londres donde se guarda el esqueleto de Mr. Merrick, el Hombre Elefante. Esta pintura aspira a captar la esencia del cuerpo humano que no puede ser más que formal; el deseo de que el cuerpo sea alma y de que el alma sea visible mediante un signo: estos dibujos.
Por Salvador Elizondo
De esta experiencia es la experiencia que ofrece y muestra la obra de Sandra Pani. Experiencia que la artista no puede describir puesto que es la experiencia propia de lo que le aconteció en la construcción de la obra, en la actividad de la pintura, en su realización. Es como si, finalmente, Sandra Pani hubiera sido capaz de armonizar el espacio poético de Morandi y el espacio lírico de Joan Miró, que han sido fundamentales en la memoria visual de cualquier artista mexicano contemporáneo.
Wallace Stevens tituló uno de sus poemas más célebres El poema que ocupó el lugar de una montaña. De manera más material y radical, las superficies pintadas de Pani se niegan a ocupar el lugar de las cosas: inscriben simplemente la memoria cotidiana y poética de una realidad. En ello radica, paradójicamente, su sentido poético, el color, el signo y la luz que son aspectos recurrentes que vemos en el total de la obra de Pani. Apropiándome de una estimación de Dore Ashton respecto a otro artista, diré que en Pani: “ Su oficio ha alcanzado la envergadura de sus visiones.
Por Miguel Ángel Muñoz.
Esta exposición presenta el trabajo reciente de la artista plástica mexicana Sandra Pani
(México, D.F., 1964), cuya trayectoria se caracteriza por la exploración del cuerpo, su
estructura y sus vínculos con la naturaleza. Asimismo, pone en juego el cuerpo y la
sensibilidad del espectador por medio del manejo del gesto en diálogo con el vacío, y con las
diversas texturas, transparencias y contrastes generados entre los soportes que emplea y los
implementos con los que inscribe su trazo. Las últimas exploraciones de Pani se ubican aquí
en relación con el políptico de 20 piezas, De ramas y cuerpos, autorretrato de 2007, para
subrayar la continuidad en su manejo de su propio físico e identidad como puntos de partida,
así como las nuevas inquietudes formales que complejizan su obra: el manejo de velos
sobrepuestos que nos invitan al desciframiento de sus interrelaciones y al mismo tiempo
impiden una lectura definitiva, abriendo el campo de su interpretación a una multiplicidad de
lecturas, que construyen un diálogo entre la identidad de la pintora y
la de su público.
Karen Cordero Reiman
La pintura de Sandra Pani se origina a partir de una experiencia interior.
Desde sus inicios, el cuerpo y sus partes en un diálogo íntimo con la naturaleza han sido el
leitmotif de una obra que se caracteriza por un gran aliento poético y estético. En sus obras,
Pani reconoce, como en un espejo, las huellas más profundas de su yo intangible y las
traduce plásticamente en el lienzo o papel en un lenguaje sutil, delicado, de una exquisitez
extrema. La singularidad de estas obras reside en la tensión entre lo que se ve y lo que se
esconde, lo que surge imperceptiblemente entre los diferentes planos superpuestos que se
suceden, unos a otros, con cierta timidez. O quizás convenga decir: con cierta discreción.
En todo caso, con armonía y ritmo melódico.
Germaine Gómez Haro
Pani recurre a la figura para crear obras abstractas en esencia, logrando un balan- ce entre
lirismo emotivo y gestualidad calculada. Sus cuerpos-árboles, órganos-flo- res,
brazosramas, corazones-semillas, son metáforas que remiten a una búsqueda de identidad
que vincula su paisaje interior con el mundo natural, conformando un todo orgánico que
pertenece al orden de lo sensible y al terreno de lo posible. En su proceso creativo, se deja
llevar por el ritmo de la cadencia musical en un fluir sin conciencia en el que lo interno y lo
externo no están demarcados por una frontera precisa. Sus pinturas están hechas de gestos
pausados y ritmos armóni- cos que se palpan a través de los delicados velos con los que
construye sus obras en papel o las capas de pintura sutilmente aplicada en los lienzos. La
fineza de los trazos se combina con la delicadeza translúcida de los papeles, creando un
juego semántico que propone diversas lecturas.
Germaine Gómez Haro
Las obras que aquí presenciamos son una invitación a la contemplación y requieren de la
complicidad del espectador para mirar más allá de lo aparente e hilar los lazos
comunicantes que hacen visible lo que se oculta entre sus capas epidérmicas. La mirada se
torna un medio de conocimiento y simultáneamente deviene el objeto del conocimiento.
En la contemplación, la mirada se convierte en ensimismamiento. Al contemplar la
naturaleza, el hombre se hace consciente de sí mismo. Así pues, la pintura de Sandra Pani
es expansión de la consciencia a través de la cual se propicia el contacto entre el
espectador y su entorno natural y tiene como resultado la fusión entre sujeto y objeto. “Antes
de pintar un Bambú tiene que crecer dentro de uno”, escribe el poeta y pintor chino
milenario Su Dongpo. Tal pareciera que Pani hace suya esta evocación y cultiva con delicadeza y sosiego todo un paisaje en torno a su yo interno. La suya es una mirada
intuitiva al corazón mismo de la naturaleza para aprehenderla y abstraerla. La abstracción
como síntesis de la esencia de lo material para alcanzar el orden de lo espiritual.
Germaine Gómez Haro.
Cedula :
Estas piezas expresan un misterioso fenómeno que desde hace mucho tiempo me ha interesado, tanto a nivel psíquico como formal: el hecho de que los seres vivos compartimos un diseño universal con variantes, adaptaciones y permutaciones, como por ejemplo, la ligereza numinosa de la capilaridad de una hoja y las venas de una mano o la verticalidad de la columna vertebral de un ser humano y el tronco de un árbol. La esencia universal, la fuente divina, así, se hace visible.
Estas piezas son dibujos en dos papeles contenidos en cajas de acrílico de 30X30 cm, junto con objetos encontrados y forman parte de la colección del Museo de la Cancillería inaugurado en diciembre del 2011.
Recopilación de sus obras desde 1988
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